Donde el Orzán se sueña Manhattan
Hace años, en plena resaca atlántica (con Toñito Blanco), iba de cañas a pescar calamares a Los Olmos. Al Otero, of course. Sabrosa comunión dominical, un rito coruñés. Allí, elegante y paciente, nos atendía un caballero de la hostelería local. Era el padre de Jose Luis Otero. Hace 22 años que Jose Luis y yo nos desconocemos de toda la vida. Asi se conocieron nuestros padres. Algo muy coruñés…
Desde el 98, J.L. Otero es el impecable anfitrión del pub Tribeca. De mister Otero, sé lo que tú si miras su foto. Lo bien que lleva sus (cuarenta y ocho) años en el flequillo teen que le retrata con ademán británico. Y es que José Luis se mima en sus vicios de vida. Y es completista: los tiene todos (como los discos). A saber: Es un F.O.B. de amplia melomanía (rockero público, jazzero en la intimidad), coleccionista uveó y vinilero, cinéfilo iluminado por las sombras del cine más negro, gran fumador de buen beber, padre de familia, brillante conversador de humor linfático, gentleman de diplomacia impoluta, escritor diletante, lector voraz.. Un personaje austeriano, vaya. En la foto, está la peli de su vida. Con rictus muy Bogey medita su woodyalleiano Macth Point particular. Y acepta su destino como Tom Ripley. Me dice: “sólo tiraría la raqueta si me lo pidieran Luis y Lucía” (sus hijos). Pero no. De paso hacia el medio siglo, JL prefiere seguir jugando. Y lo hace (riff de Keith Richards en la raqueta eléctrica que todos tocábamos de niños) en su rincón favorito. Ahí ejerce (salvo domingos y lunes de DJ residente. Su peculiar dial sonoro navega cinco décadas de R&R: funde The life pursuit de Belle and Sebastian con la solera de Elvis on Sun Records. Pero nunca en castellano, él es así. Jose Luis cumplió su sueño:hizo de aquella habitación tan suya, llena de discos y posters, una más grande donde ahora recibe a ciento y pico, de amigos. Digo,clientes. Eso es Tribeca.”No exagero si te digo que diez veces por semana me preguntan por el nombre del pub”. Habrá quien lo tome por el caballo del Cid pero el más viajado (como JL) sabe que Tribeca es esencia de NY. Y no es una franquicia!
Es una apuesta personal. Lejos de las que (italian food, cineproductora…) rentabiliza De Niro. Tribeca es un bar musical de ambiente artie que habla por los iconos de sus paredes. Una estupenda dósis de cosmopolitismo para que un orzanita se sienta a una mano del Soho y en su casa. O sea, al Este del Edén y Too close to Heaven. Después, cuando JL echa el cierre cada noche, su Wish you were here más intimo es para su padre…En fin, tengo que visitar a Jose Luis. Su clave está en Tribeca. Donde el Orzán se sueña Manhattan y mi ciudad se sabe más de cristal.