Wednesday, June 10, 2009

Por la lectura




Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un
Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de
jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana
aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían
cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había
creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres
de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres
a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada
cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a
Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo
madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho
cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un
rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para
sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía
porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio
los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras,
pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños,
intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta
terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres
curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas
quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia
había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían
leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven
bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después
descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca
de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y
angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada
por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del
supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas
plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración
intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a
otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que
proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los
años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con
un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además
del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio
del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del
libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón
bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de
pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por
cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a
los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga
una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada
la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada
por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar
libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la
operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos
por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de
publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus
productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa
prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa
mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente
deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de
autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida
en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

3 comments:

Maid Marian said...

José Luis Sampedro es un tío grande.

vincenzolaguardia said...

Y tu también...

Maid Marian said...

A veces me sacas los colores, Vince ;-)