Desembarcaron hace ya 14 años en el sello Sub Pop y las hordas greñudas comandadas por Nirvana, Mudhoney y compañía debieron de alucinar. Normal. La matraca punkabilly de estos cafres de Dallas, Texas, no pasa desapercibida. Llegaron además en una época en la que Stray Cats daban sus últimos coletazos, The Blasters hacía unos años que se habían disuelto y el psychobilly europeo empezaba a vivir una preocupante etapa de vacas flacas. Supusieron, aunque suene a topicazo decirlo, un auténtico balón de oxígeno entre las legiones psychobilicas vitaminizando el género tuperiano con una saña digna de elogio y una actitud punk intachable. Con los años se han convertido en una de las formaciones más valoradas de la escena independiente mundial. No necesariamente encerrados en el circuito rockabilly, abiertos a todo tipo de influencias, salvajes y contundentes, bendecidos por aficionados de todos los pelajes posibles (siempre que te guste el rock and roll a la vieja usanza sin edulcorar escupido con mala leche), siguen al pie del cañón con un disco nuevo, el reciente "Laughin' & Cryin'" y una media de más de 200 actuaciones anuales.
Para conocer sus inicios hay que remontarse a mediados de los 80. Jim The Reverend Heath, guitarrista, cantante, compositor y fundador de la banda, tras una supuesta adolescencia vivida entre salas de billar y reformatorios (él ha afirmado alguna vez que toda la monserga de delincuente juvenil fue una invención de Sub Pop, puro marketing... en fin, no sé a quién habrá que creer) y haber formado parte de bandas como Ted & The Talltops, crea RHH en compañía de su inseparable Jimbo Wallace (contrabajo) y Patrick Taz Bentley (batería).
Graban algún que otro single y aparecen en varios recopilatorios tejanos entre los años 87 y 88. En 1990 fichan por sub pop, por entonces un sello ya afianzado en la escena independiente americana pero desde luego nada comparado con lo que vendría después. Se publica el single psychobilly freakout, impresionante pieza punk-rockabilly expelida a 200 km / h. En el verano de 1991, el sello de Seattle edita Smoke ‘em if you got ‘ em, primer larga duración, intenso tratado de psychobilly frenético con incursiones country, tres instrumentales de órdago y hasta un blues (ese chulesco love whip). Todo ello registrado directamente en un dos pistas con un sonido crudo, exento de lindezas (dicen que llegaron a rechazar las sesiones en 24 pistas pagadas por Sub Pop al considerarlas demasiado blandas ). El disco les pone definitivamente en el mapa.
El fenómeno Nirvana, además de reportar una cantidad de dinero escandalosa a los responsables de Sub Pop, sirve para que medio planeta se pregunte qué es lo que se está cocinando en el noroeste de los USA. Las bandas de la casa se ven de repente en el candelero y todas las revistas, fanzines y emisoras de radio quieren saber y escuchar más. Algunas bandas grunge pasan incluso a multinacionales al rebufo de Kurt Cobain y compañía. Todo este interés propicia la primera gira europea de RHH en febrero de 1993, compartiendo escenario con dos bandas tan macarras y peligrosas como Supersuckers (que acaban de publicar su atronante álbum debut) y Dwarves (cuyo guitarrista acostumbra a salir en pelota picada a escena, cubriéndose la jeta con una máscara). Al mismo tiempo, y con producción de Gibby Haynes, aparece su segundo trabajo, The Full Custom Gospel Sounds (1993), en la línea del álbum debut, con un sonido más carnoso que sin embargo no les resta ni un ápice de mala baba. El disco es una gozada, incluyendo clásicos irrefutables de la banda como Wiggle Stick, Bales Of Cocaine o Big Little Baby.
Al año siguiente, Interscope, uno de esos sellos subsidiarios creados por las multinacionales para apuntarse a la movida indie y sacar tajada del fenómeno, ficha a Heath y compañía con lo que Liquor on the front, tercer larga duración de la banda, será publicado a medias entre Sub Pop e Interscope. Realmente no sé si es su mejor disco, pero podría serlo. Dicen que Al Jourgensen, componente de Ministry y nuevo productor de RHH, apenas intervino en el sonido, pero lo cierto es que el disco suena de fábula y, para más inri, cuenta con un repertorio de auténtica traca. Con un comienzo antológico, que solapa un huracanado instrumental de sabor western (Big sky) con el psychobilly endemoniadamente veloz de Baddest of the bad, el disco no baja la guardia en ningún momento. Majaradas rockabilly (esa apisonadora titulada Cruisin’ for a bruisin’ , el Rockin’ Dog que escribiera para el mismísimo Ronnie Dawson), una irresistible versión del clásico Jezebel, cachondeos varios, country de pura cepa y hasta paranoias semi-noise (Yeah, right). Tamaña salvajada jubila por si sola a varias generaciones de psychobillies y se basta para borrar del espectro musical a otras tantas hordas de rockin’ bands bobaliconas.
Evidentemente, engendrar otro alien que se asemejase a cualquiera de los que componen su ya irrepetible trilogía subpopiana, era difícil, difícil de lograr. Así, It’ s Martini Time, primer álbum sin contar con la participación de la bestia parda Taz Bentley a la batería (reemplazado por el muy solvente Scott Churilla), publicado en 1996, da comienzo a una cuesta abajo cualitativa de la que no se repondrían hasta el 2000. Con un sonido menos poderoso, más pulido, y una colección de temas irregular, combina momentos álgidos con mucho relleno y una tendencia equivocada hacia el indie-rock que enfatizarían en su siguiente disco, Space Heater (1998), con el que, personalmente creo que tocaron fondo. Son trabajos aceptables, estos tíos no llegaron jamás a grabar un mal disco, pero la pérdida de norte musical propicia demasiadas canciones en las que no saben hacia dónde van y parecen olvidar quiénes son realmente (en Heater por ejemplo, Starlight Lounge, Revolution Under Foot, Couch Surfing, etc).
En 1999, las compañías exprimen la ubre de su legado discográfico y ve la luz Holly Roller, The Best Of Reverend Horton Heat, a mi modo de ver, un recopilatorio con una selección de canciones desacertada. El mayor acicate de este grandes éxitos resulta ser la posibilidad de hacerse con varios inéditos (la balada country ¿Dónde demonios te has ido con mi cepillo de dientes? y un par de piezas de Jim a pelo con su guitarra de lo más sabroso) y si bien en estas antologías nunca llueve a gusto de todos, lo cierto es que pasar olímpicamente de pyschobilly Freakout, Crusin’ for... o Lonesome Train Whistle a favor de Eat Steak o Slow, parece una broma de dudoso gusto.
Al inicio de milenio RHH cuentan con una treintena de nuevas canciones (según Heath), y el productor de su sexto álbum de estudio, Spend A Night In The Box,Paul Leary, afortunadamente tanto para ellos como para nosotros, pone los puntos sobre las ies argumentando que no quiere saber absolutamente nada de todo lo que no sea country, rockabilly y R&B. Un tipo con las ideas claras, vamos. Llevándoles de vuelta al camino que nunca debieran haber dejado, musicalmente impecable, Spend les reconcilia con sus seguidores de la mejor forma - a base de buenas canciones. Timebomb Recordings – su nueva discográfica – elige como singles King y The Bedroom Again, ésta última magistral medio tiempo country (la mejor con amplia diferencia de las muchas piezas vaqueras que han creado hasta ahora) en la que un tipo pregunta a su ex esposa si sería un pecado volver a acostarse juntos. Además, hay psychobilly desenfrenado y asilvestrado como en sus mejores tiempos (entre otras Sue Jack Daniel’ s, en la que amenazan con demandar a la conocida marca de bourbon por los efectos secundarios de su producto), instrumentales exóticos, boogie arcano a lo Hooker puesto al día, rock & roll puro y duro...y rockabilly, ¿Qué más quieres? Como anécdota, mencionar que durante las giras que siguieron a la publicación de este nuevo disco, compartieron en varias ocasiones escenario con Deke Dickerson & The Ecco-Fonics, tocando el ex lider de Untamed Youth la guitarra en el instumental The Millionairejunto con Heath, Wallace y Churilla.
Desde entonces, han publicado Lucky 7 y Revival en el 2002 y 2004 respectivamente. Disfrutables discos en la onda del anterior, en los que la banda de Texas ofrece más de lo mismo sin que llegue ni en broma a empachar. Tantos años de trayectoria musical sin duda eliminan el factor sorpresa, innovación o llámalo como quieras, pero no han mermado en absoluto la capacidad de Jim Heath para escribir buenas canciones. El nuevo artefacto "Laughin' & Cryin'" es un paso más en su carrera, con apenas unas pocas escuchas nos damos cuenta de que tenemos entre las manos su trabajo más maduro.
Está claro que no les gusta salir de América, el Reverendo no te lo confesará nunca, pero le dan pánico los aviones, así que su visita posee encima un valor añadido; apenas han visitado Europa en tres ocasiones (España en 1993 y 2000) en todo este tiempo. Para ir abriendo boca, cuentan con un DVD titulado Live & In Color en el que se recoge una actuación suya en Texas en 2003. Promete, vaya si promete.
http://www.reverendhortonheat.com/
http://www.myspace.com/reverendhortonheat
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