Ahora que ya hemos encontrado el camino que vamos a seguir para colocar al juez Garzón en el sofá de la sala de estar de su casa y alejarlo de los tribunales, solo nos queda felicitarnos. Este sí que es un país coherente y responsable. Un país que detesta el protagonismo y a los metomentodo . Este nuestro es un país que causa admiración en el mundo entero.
Porque al juez Garzón le pasamos en su día que enchironara a narcos. Que casi destrozara a ETA. Le perdonamos lo de los GAL, lo de Pinochet y hasta permitimos que abriera las esencias de la trama Gürtel. Pero ya no más. Con lo de la memoria histórica ha ido demasiado lejos. Menos mal que demócratas como los de Manos Limpias y Falange, y profesionales como Luciano Varela, nos allanan el camino para retirar de la vida pública a este magistrado que se creyó estrella.
Aquí lo que tenemos que apoyar, porque es lo que se lleva, es a ese otro tipo de profesionales de la judicatura. A esos jueces que nos explican que el violador violó porque la víctima llevaba minifalda y que eso provoca. A los que retiran la custodia de las hijas a las lesbianas. Tenemos que premiar a los que archivan las causas de los amigos a los que inflan a regalos. Y a los jueces que nos acreditan que en los noviazgos no está mal vista la violencia machista.
Mientras aguardamos a que la Justicia actúe celebremos que el juez Garzón camine ya hacia el exilio. Porque este país no soporta a jueces que burlan la recta aplicación de la ley. Este país prefiere a jueces que, directamente, se burlan del propio país.
Alvaro Pombo
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