Wednesday, August 25, 2010

Mentiras y placeres metálicos.

Mentiras y placeres metálicos.
El rock tiene mucho de válvula de escape, pero también de comunicación. Cuando estos dos puntos coinciden pueden surgir mitos como el de Barón Rojo.
Ellos convirtieron los conflictos de cuatro chavales de barrio en un espejo en el que se miraría toda su generacióna la que la movida le daba alergía.
Ocurrió en los primeros ochenta y luego se desvaneció. Pero el sábado, el grupo y sus fans jugaron a resucitar los sentimientos como quien pasa una noche furtiva con una
ex-novia y, en medio del calentón, le vuelve a decir te quiero. Y ella contesta que también.Dejándose engañar, sabiendo que todo es una mentira, una dulce y placentera mentira.

No es cuestión de aguar la fiesta ahora, pero a nadie se le escapa que los Barón Rojo reunificados del 2010 tienen mucha más necesidad recaudatoria que expresiva. Tampoco es un secreto
que sus fans veteranos, mayoría en el Coliseo, perseguían recordar lo que sentían cuando eran unos jovenes incomprendidos que no volcar -alianza, nómina e hipoteca- sus vivencias actuales
Tanto da que sobre el escenario la banda se evitase las miradas o que en el foso la cosa llegase al esperpento de tipos con pelucas postizas; lo que sonó el sábado fue una auténtica bomba.
Tres horas. Sí, tres horas a mayor gloria del heavy que bebe de Maiden, Purple y Motörhead, echa los cuernos y luce tachuelas. Abrieron con Concierto para ellos y desgranaron, paso a paso, lo mejor de sus cinco
albumes. Solo renqueó el lado baladístico, que no lleva tan bién el paso del tiempo.El resto, incotestable. Recios y sin fisuras, provocaron momentos de auténtico paroxismo. Hermano del rock n'roll fue uno de elloscon un Armando de Castro pletórico. Breakthoven otro, con la comunión total público-artistas. Y, claro, Los roqueros van al infierno con el delirio total de 5.500 gargantas gritando "¡Mi rollo es el rock!"
"No perdonarán mi pecado original de ser joven y roquero", cantó Sherpa en esta última. Y se miró para otro lado. Nadie quería deshacer el engaño. De eso ya se encargará hoy lunes la vida real.

Javier Becerra.

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