En un colegio holandés, en la localidad de Someren, los pequeños escolares están aprendiendo una lección inesperada en su clase de manualidades. Construyen con pequeñas maderas, serruchos y martillos un ataúd para su profesora Eri, de 40 años, que padece un cáncer terminal.
La maestra, Eri van den Biggelaar , es al parecer muy popular en su escuela. Cuando le diagnosticaron un tipo muy agresivo de cáncer cervical decidió pedirle a su compañero Eric Dijk, profesor de arte, que le construyera el féretro con el que ser enterrada cuando llegara el día.
Su compañero le propuso entonces esta peculiar idea: ¿Porqué no dejar que sus pupilos le construyeran en sus clases el ataúd, como última muestra de aprecio?
Desde entonces los alumnos, de entre cuatro y once años de edad, se afanan en la labor. El féretro, en medio de la clase, va tomando forma con pequeñas maderas que ellos mismos aserraron.
La maestra, cuya enfermedad ya no le permite trabajar, supervisa los planos de su último proyecto con sus amados alumnos, mientras estos juegan con su construcción. Se divierten colándose en su interior y simulando que se trata en realidad de un submarino.
Biggelaar asegura que no hay nada morboso en este asunto: “La vida y la muerte están juntas. Los niños lo entendieron en cuanto se lo expliqué. No quise resultar morbosa, sólo pretendía que me ayudaran”. JSQ
1 comment:
Lagarto, lagarto...
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