Los que somos de la generación de la quinta del Buitre nos criamos vibrando con Baretta, Starsky, Los hombres de Harrelson, Bill Cosby... Aquello parecía otra galaxia para las posibilidades de las cadenas españolas (entonces una y media)._ Semejaba imposible que con medios de aquí se pudiese competir en horario estelar con las grandes producciones estadounidenses. Hoy, algunas series españolas golean de calle a las americanas. En Galicia, por ejemplo, Matalobos, talento galego al 100%, es capaz de superar en audiencia a rivales tan cualificados como CSI, House o un partido del Baria en la Champions. ¿Por qué han llegado esos éxitos?
Porque existe una industria profesional, con guionistas que afinan y buscan al público, con empresas (no chiringuitos) que exigen rentabilidad y con actores que se foguean, porque actúan cada semana y no dos veces al año.
El oasis de Almodóvar y Amenábar encubre un desierto de mediocridad: actores que no saben vocalizar, guiones lamentables, productoras que nunca quiebran porque están quebradas desde siempre y sostenidas por el maná oficial. Gran Torino no tiene efectos especiales ni es cara. Se podría haber hecho aquí. Pero para eso hay que tener lo que le falta al flojo (digámoslo) cine español: ideas.
César Casal
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