Quince asaltos vs José Luis Garci, el Píndaro del boxeo. Cruzamos guantes con el maestro. ¡Gong!
—Asalto 1º. ¿Boxeo: noble arte?
—No siempre «noble» y no siempre «arte». El boxeo, desde los griegos a los ingleses de comienzos del XVIII, de John L. Sullivan a Cassius Clay, sigue siendo el más duro, el más exigente, de los deportes, y en el que estás más solo. Aquí no hay compañeros. Nada. Tú solo. Hay riesgo de lesiones graves, incluso de muerte. Jamás humillación en la derrota. Atacar y defender, defender y atacar en un ring de 6 por 6 rodeado por 16 cuerdas. Fuerza, velocidad, inteligencia y entrenamientos que exigen un sacrificio atroz. Y hay veces en que sin lanzar un solo golpe también puedes ganar la pelea, como le ocurrió al gran Willie Pep, que venció a Graves a los puntos fintando.
—Asalto 2º. Su pulsión nace en...
—... Es la historia de siempre. Mi padre me llevaba de niño a ver las veladas de Las Ventas en verano, y al Frontón Fiesta Alegre o al Circo Price en invierno. Yo siempre iba con miedo a que no me dejaran pasar, porque se trataba de un espectáculo violento, muy duro.
—Asalto 3º. ¿Sus primeros ases?
—...Pues de 1953, 54, 55, Fred Galiana, Young Martin, ¡Luis Romero!, Ben Buker II, Ungidos, Manolo García, Bobby Ross...
—Asalto 4º. ¿Vio a Ignacio Ara?
—No alcancé a verlo. Los expertos aseguran que fue nuestro más grande boxeador. Me quedo con Galiana, Carrasco, Perico, Durán, Velázquez, Romero, Folledo.... ¡extraordinarios!
—Asalto 5º. ¿Y Pepe Legrá?
—Sí, claro, pero Legrá es cubano. En una foto de un libro reciente, las andanzas de Angelo Dundee, puede ver a Legrá junto a Willie Pastrano, Cassius Clay, Luis Rodríguez, el entrenador cubano Sarria, etc, en el Gimnasio de la Calle Quinta de Miami. Legrá es un fenómeno, siempre lo fue, pero cubano, no nos engañemos. Una de las más grandes injusticias del deporte español se ha cometido con Javi Castillejo, que se ha cansado de ganar títulos mundiales ante la indiferencia del país. Lo de Castillejo está a la altura de lo logrado por Nadal, de los ganadores del Tour, de la España de baloncesto y fútbol. Increíble.
—Asalto 6º. ¿El mejor boxeador?
—¡Uf!, la cosa estaría entre Clay —¡cómo nos resistimos a llamarle Alí!— y Ray «Sugar» Robinson. Lo que pasa es que Clay no sólo cambia el boxeo, sino su tiempo. Clay es el más puro exponente de los 60, tanto como Camelot y la Nueva Frontera, Vietnam, los Beatles y los Rolling, Malcolm X o Martin Luther King. Con él nace la auténtica rebelión, él es anterior a Berkeley y a Mayo del 68. Clay es una nueva cabaña del tío Tom. Se niega a ir a la guerra: «No tengo nada en contra de esa gente. Nunca ellos me han llamado “nigger”». Él es el verdadero profeta del cambio social y no Marcuse. La revolución permanente. Incluso hoy, nos falta perspectiva para conocer el auténtico alcance de sus golpes al sistema. Le desposeyeron del título, volvió, lo reconquistó en Zaire, volvió a perderlo y a ganarlo. Tuvo peleas feroces con Frazier y Foreman. Para mí, el Clay anterior a su llamamiento a filas ha sido lo mejor de lo mejor. «Sugar» Robinson, pegador y técnico, fue algo imborrable, el Mozart del box.
—Asalto 7º. ¿Otros grandes?
—«Mano de piedra» Durán, Dempsey, Joe Louis, Archie Moore (el más extraordinario semipesado de la historia), Monzón, Hagler, Stanley Ketchell (dicen), Marciano...
—8º. ¿Y de Europa?
—Cerdan. Su ídolo: Ben Barek.
—Asalto 9º. Los poetas del ring.
—De boxeo se ha escrito maravillosamente desde Pierce Egan, el nuevo «Tucídides», como le llamó Liebling, y su seminal «Boxiana» (que retrata la época con mayor tino y autenticidad que Austen) hasta Hemingway (su relato «Cincuenta de los grandes» es una joya). Sin olvidar a Conan Doyle o Jack London. Y desde los tiempos de Damon Runyon o Ring Lardner Jr. hasta hoy habría que anotar, en primer lugar, a nuestro Manolo Alcántara, cuyos textos en «Marca», poesía en movimiento, me parece que aún no han sido superados por gente del talento de Budd Schulberg (que a los noventa años sigue tecleando), Nelson Agreen, John O'Hara, Irving Shaw, George Plimpton, Mailer o la pléyade de «Sports Ilustrated».
—Asalto 10º. Abbott Joe Liebling merece párrafo aparte.
—Es el padre del «Nuevo Periodismo», el maestro de Capote, Tom Wolfe, Joan Didion o Hunter S. Thompson. De las crónicas de boxeo de Liebling en «New Yorker», de sus artículos como corresponsal de guerra, de sus apuntes culinarios (ahora tan de moda) o sus descripciones de los tipos del bajo mundo de Nueva York salió una nueva forma de escribir, sencilla y llena de observaciones, ligera y nada sensacionalista, dejando que el lector sacara sus conclusiones sin escamotearle nada, y con un humor de lo más serio. «The Sweet Science» creo que es, y no arriesgo nada, uno de los mejores libros publicados en EE.UU. del siglo XX. Si «The Sweet...» es «El Padrino»,«On boxing» de Carol Oates sería «El amigo americano».
—Asalto 11º. Un libro de boxeo.
—«The Profesional», de Heinz, que narra minuciosamente la preparación de un combate, lo que pasa por la cabeza del protagonista, un aspirante al título de los medios, sus entrenamientos, ilusiones. Magnífico.
—Asalto 12º. Una peli de box.
—No hay muchas buenas películas. «Gentleman Jim», de Raoul Walsh, «Toro salvaje», de Scorsese, aunque me parece más un film de terror; «El luchador», de Walter Hill, «The Set-up» y «Marcado por el odio», de Robert Wise, y «Million dollar baby», de Eastwood.
—Asalto 12 más 1. ¿Una noche de ensueño en el ring?
—Uno fantasea a veces, claro. Me gustaría ver, por ejemplo, un combate entre Joe Louis y Cassius Clay, otro entre «Mano de Piedra» Durán y Julio César Chávez, un Monzón-Marvin Hagler o un Hagler-Robinson. El cielo debe ir por ahí, ¿no? Un Brasil del 58 contra el Madrid de Di Stéfano, Puskas, Gento, Kopa, Santamaría...
—14º. ¿La mejor pelea española?
—La de Carrasco-Velázquez en el Palacio de los Deportes de Madrid, con el título europeo de los ligeros en juego, 13 de junio del 69. Fue tan terrible, tan encarnizada, tan bella, como las luchas de Tony Zale y Rocky Graziano. Salvaje y sublime a la vez, como somos las personas. Así las describía Píndaro.
—Último asalto. ¿El combate?
—La tercera Clay-Frazier, en Filipinas, la famosa «Trilla in Manila». Clay: «Nunca había estado tan cerca de la muerte». Y Eddie Futch, al detener el combate antes de comenzar el ¡asalto 15!, le dijo a Frazier: «Siéntate, hijo. Se ha acabado. Nadie olvidará lo que has hecho hoy aquí». Digna de Homero.
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