Thursday, October 02, 2008

Garci en el mundo




Su última película, 'Sangre de mayo', recrea, por encargo de Esperanza Aguirre, el histórico levantamiento que el pueblo de Madrid inició en 1808 contra los franceses. El director que abriera el camino de los Oscar al cine español asegura que ha disfrutado como un niño en su primera incursión en el género de acción. Ahora, a punto de cumplir los 65, empieza a preparar la jubilación, aunque dice tener una o dos balas en la recámara. Vea el rodaje de la película


Camino a los Oscar. José Luis Garci y Alfredo Landa tras la elección de 'Canción de cuna' para representar a España en los Oscar, en 1994.


Por Juan Carlos Rodríguez; Fotografía de Chema Conesa



José Luis Garci (Madrid, 20-1-1944) acaba de salir del túnel del tiempo y asegura que ha disfrutado del viaje como un niño. Aún resuenan en su cabeza los cañonazos y el ruido de sables que sucedieron al histórico levantamiento del 2 de mayo de 1808. En su última película, Sangre de mayo (una de las tres seleccionadas por la Academia de Cine para representar a España en los Oscar) el director recrea la orgía de sangre y violencia que se produjo cuando el pueblo de Madrid se echó a la calle para hacer frente a las tropas invasoras de Napoleón. «Virgen de Atocha, dame un trabuco, para matar franceses y mamelucos», canturreaban manolos (personas de las clases populares de Madrid) y chisperos (residentes del madrileño barrio de Maravillas). Casi 60 actores, 9.000 figurantes, 130 técnicos y 50 jinetes han sido necesarios para poner en pie este encargo de la Comunidad de Madrid, que forma parte de los actos conmemorativos del Bicentenario del 2 de mayo.

Protagonizada por Quim Gutiérrez y Paula Echevarría, es una versión «sin ningún rigor histórico» de dos Episodios Nacionales que escribió Benito Pérez Galdós. El garbancero del cine español –la comparación no le disgusta– nos recibe sonriente y bronceado en el despacho de su productora, Nickel Odeon. Sus pasiones quedan a la vista: una estatua de Bogart, un póster de una modelo de Calvin Klein, dos carteles de boxeo, un atlas histórico de Madrid… Y por supuesto, imágenes de sus películas, definitivamente nostálgicas: desde Volver a empezar (primer Oscar español), a El abuelo, pasando por Canción de cuna. Su oficina tiene vistas a la Biblioteca Nacional, donde ondea la misma bandera de España por la que el heroico pueblo de Madrid derramó su sangre hace 200 años.

P. ¿Ha salido indemne de la trifulca que ha revivido, dos siglos después, entre españoles y franchutes?
R. Para mí esta película ha sido un regalo, porque me ha trasladado a la infancia, cuando jugaba a indios y soldados. Un regalo que te ocurre una vez en la vida y que siempre tendré que agradecer a la presidenta Esperanza Aguirre, pues fue ella quien me encargó este proyecto.

P. ¿Y por qué pensó en usted y no en Agustín Díaz Yanes, por ejemplo?
R. ¿Y por qué no hice yo Alatriste? Creo que debió de pesar, primero, que soy madrileño...

P. Anda, como Díaz Yanes...
R. Y, en segundo lugar, que gané el primer Oscar de este país con una película que abrió la puerta a otros Oscar. En tercero, que me dieron el Premio Nacional de Cinematografía en 1992. En cuarto, que volví a estar nominado al Oscar con El Abuelo... Supongo que pensó que era el idóneo.

P. Su película ha sido una de las tres seleccionadas por la Academia de Cine para representar a España en los Oscar. ¿Aspira a tropezarse de nuevo en la escalera, camino de la estatuilla?
R. No.

P. La presidenta de la Comunidad de Madrid visitó los decorados. ¿Llegó a meter mano en el guión de la película?
R. En absoluto. De hecho, hasta el día de hoy (15 de septiembre) ni siquiera la había visto.

P. Se dijo que Rodrigo Rato iba a hacer un cameo, y que Aguirre haría de Manuela Malasaña. Pero sólo he reconocido a un ex periodista reconvertido en eurodiputado del PP...
R. Sí, aparece Luis Herrero, que es amiguete. A Rato le gusta mucho el teatro y la interpretación, pero cuando alguien sugirió la posibilidad de que hiciera una colaboración, ya estábamos acabando. Lo del cameo de Esperanza fue un bulo.

P. Ha dicho que Sangre de mayo es una versión «muy libre» sobre el 2 de mayo. ¿No le interesaba acercarse a la verdad histórica?
R. No. El rigor histórico puede caer en rigor mortis. Además, el 2 de mayo es un tema tan controvertido y poliédrico que ni los historiadores se ponen de acuerdo sobre los hechos que objetivamente sucedieron. Yo he preferido seguir a Galdós. Él trabajaba como un periodista de investigación, era objetivo y meticuloso, y tenía relativamente cerca aquellos hechos.

Lo que parece evidente es que los españoles no estaban muy a gusto con Carlos IV. Con la firma del Tratado de Fontenebleau, su valido, Manuel Godoy, permitió que Napoleón pasase con sus tropas hacia Portugal, aunque la intención de los franceses era asentarse en España. Eso provocó el famoso motín de Aranjuez. A las clases más humildes (chisqueros, merceros, albañiles...), la prepotencia de los franceses, que entraban en los figones y no pagaban, o le tocaban las tetas a sus mujeres, no les hacía mucha gracia. Y se desencadenó la chispa: se armaron con piedras, garrotes, macetas e hicieron frente a coraceros y mamelucos. El levantamiento condujo a la brutal represión de los franceses y a los fusilamientos del 3 de mayo. Y aquella llama no se apagó.

P. «Nunca han estado tan hermanados manolos y chisperos como en estos días: les une la indignación ante la invasión de las tropas francesas del general Murat», se dice en la introducción. ¿Más que patriotismo, hubo cabreo?
R. Va todo junto. Pero la consecuencia, impensablemente, es un levantamiento a nivel nacional que conduce a la Guerra de la Independencia. Y, pasados seis años, con ayuda de Wellington y los portugueses, los españoles consiguen la victoria. Es cierto que se perdió la oportunidad de que los franceses trajeran la Enciclopedia, una nueva forma de gobernar y de entender el mundo. Pero podían haber entrado de otra manera.

P. ¿Cuál es su lectura de aquella explosión de sangre y violencia?
R. El levantamiento del pueblo de Madrid, en el que participaron muchas mujeres, fue algo hermoso y digno. Si nos maravilla que 300 espartanos en las Termópilas frenaran a todo un ejército, ¿cómo no vamos a sentirnos orgullosos de toda esta gente?

P. La película se basa en dos Episocios Nacionales que narran las aventuras de Gabriel de Araceli, un empleado de imprenta que acaba participando en la batalla de Madrid, a pesar de que dice ser «un hombre de paz».
R. Sí, es un chico de Cádiz que había sido grumete en Trafalgar y que al llegar a Madrid vive toda esa locura. Yo no sé cómo hubiera reaccionado en su lugar...

P. ¿Hubiera tirado de navaja o hubiera contemplado la matanza desde la ventana?
R. Pues depende. Imagínate que le hacen algo a tu mujer o a tus hijos… El 2 de mayo era un clamor popular, la gente estaba cansada de la arrogancia del ejército francés.

P. En El Abuelo también recreaba un texto de Galdós. Con todos mis respetos, ¿es usted el garbancero del cine español?
R. Si me llamaran así para compararme con Galdós sería el mayor elogio que pudieran hacerme en la vida. Creo que ir de la mano de Galdós es ir en clase preferente. Sus Episodios Nacionales tienen un aliento épico que no es menor al que rezuma Guerra y paz, de Tolstoi.

P. Sangre de mayo no se centra sólo en la guerra; también habla de amor, amistad, lealtad... ¿Le siguen interesando más los efectos emocionales que los especiales?
R. Después de tantos años, se supone que uno se mueve mejor en un terreno que en otro, pero aquí he tenido que volar decorados a cañonazos.

P. ¿Cómo afrontó el rodaje de escenas tan emblemáticas como las que recrean La carga de los mamelucos o Los fusilamientos del 3 de mayo, ambas retratadas por Goya?
R. Era la primera vez que abordaba escenas de acción en mis películas, y hubo que ensayar mucho para que los sablazos no pareciesen de blandiblú. Pero, me siento satisfecho. Se supone que un director tiene que estar preparado para rodar esto... o el bombardeo de Hiroshima.

P. En su último libro, Días de cólera, Arturo Pérez Reverte muestra el 2-M «tal como fue», con testimonios de primera mano, porque «es algo muy manipulado y contaminado por todo el mundo desde hace 200 años». ¿Está de acuerdo?
R. Como he dicho, no se ponen de acuerdo ni los historiadores

P. La II República, ejemplifica Pérez Reverte, puso el énfasis en el protagonismo del pueblo, mientras que para Franco los héroes eran Daoiz y Velarde, los militares a la cabeza del pueblo.
R. La versión que yo escuchaba de niño, la que me enseñaron en la escuela, era que el pueblo de Madrid se levantó en armas contra el invasor francés.

P. Para el autor de Días de cólera, el levantamiento del 2-M fue «el Álamo español». ¿Usted ve similitudes con la famosa batalla que libraron mexicanos y texanos en 1836?
R. Creo que no tiene nada que ver. En todo caso, el Álamo español serían los últimos de Filipinas, aunque todo es opinable.

P. Hay quien dice que el 2-M fue el origen de las dos Españas. ¿La iniciativa del juez Garzón de elaborar un censo con los desaparecidos de la Guerra Civil y el franquismo resucitaría esas dos Españas?
R. Para empezar, ¿Garzón puede hacer eso? A lo mejor no es él quien debe poner eso en marcha. Hombre, a mí me parece que, sabiendo cómo somos los españoles, van a salir miles de desaparecidos de uno y otro bando. Aunque, por otra parte, todo el mundo tiene derecho a enterrar como Dios manda a sus muertos. Si se hace, ojalá que sea pronto y bien.

P. ¿El fútbol es la «batalla» que más une a los españoles?
R. Yo creo que siempre ha unido. Y te lo dice uno que a los 20 años, el 21 de junio de 1974, vio la Eurocopa España-Rusia desde el tercer anfiteatro del estadio de Chamartín. Yo cuando estoy en un campo de fútbol, y si estoy fuera de España no te quiero ni contar, y salen los jugadores y suena nuestro himno... me emociono. Me siento orgulloso de ser español. De vivir en el país de Cervantes, Goya, Picasso, Ortega, Buñuel, Lorca, Berlanga... Creo sinceramente que España es un país magnífico.

P. La película se cierra con unas imágenes del Madrid más rabiosamente moderno y cosmopolita. ¿No queda un poco propagandístico esta capital de postal?
R. Soy de Madrid y me gusta Madrid. En su última película, Woody Allen no saca la Barcelona podrida, sino la más bonita. Venimos del 2 de Mayo y, gracias a aquella gente, Madrid es hoy una ciudad estupenda.

P. ¿Qué es lo que más le gusta de Madrid?
R. A mí Madrid siempre me ha parecido, sobre todo cuando era niño, una ciudad muy abierta. Ahora es una ciudad más árida, un poco más antipática, quizá la gente sea menos amable que como yo la recuerdo hace 20 o 30 años. Pero aún así sigue siendo una ciudad hospitalaria, con un mestizaje estupendo, nada racista.

P. Del colérico levantamiento del 2-M a las pacíficas manifestaciones del 11-M. ¿Hemos aprendido de los errores del pasado?
R. Si en vez de manifestarnos pacíficamente saliéramos a la calle buscando venganza, no estaríamos volviendo a 1808, sino a la época de las guerras púnicas. Ha habido mucha gente que ha pasado por los colegios durante muchos años...

P. ¿Se sintió ofendido por las manifestaciones de Javier Bardem en el New York Times, supuestamente sacadas de contexto, en las que llamaba «estúpidos» a los españoles que le criticaban?
R. No. Estoy convencido de que sus declaraciones se malinterpretaron. Él querría decir: «Seré una estrella, pero luego voy a mi país y hay gente que me pone a parir». Algo que, por otra parte, es cierto (nadie es profeta en su tierra), como también lo es que aquí se le tiene un gran cariño. Ni siquiera tuvo que haber pedido disculpas, se le entendió perfectamente.

P. Echamos pestes de la patria, pero cuando alguien nos la toca es como si nos mentaran a nuestra madre...
R. Bueno, eso pasa en todo el mundo.

P. A punto de cumplir los 65, ¿se ha preparado una buena jubilación?
R. Sí, sí. Formo parte de una generación que, por lógica, tenemos que ceder el testigo a la generación siguiente. A mí me pueden quedar una o dos balas en el rifle...

P. Al comienzo de la película reconocemos la voz de Garci como narrador. ¿Por qué se adjudicó ese papel?
R. Lo había pensado para Fernando Fernán Gómez o para Alfredo Landa, pero el primero falleció en la tercera semana del rodaje, y el segundo ya se había retirado.

P. Por cierto, Landa declaró tras recibir el Goya Honorífico a su carrera: «Antes monja que haber actuado en el 2 de Mayo de Garci». ¿Ha vuelto a hablar con su actor fetiche después del polémico desencuentro?
R. Yo nunca he interrumpido nuestra relación. Es más, el sábado pasado hablamos por teléfono. Pero no es la primera vez ni probablemente será la última que hemos estado enfadados.

P. ¿Puede aclarar qué ocurrió exactamente?
R. Delante de muchos testigos, cuando la secretaria de la Academia me ofreció entregarle el Goya, yo dije que estaría encantado si mi relación con la Academia fuera buena. Como no lo era, sugerí que se lo entregara Pepe Sacristán o Miguel Rellán, como finalmente ocurrió, y que yo escribiría un texto sobre Alfredo. Pero debieron de decirle algo muy distinto, se lo contaron mal, le mintieron.

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