Friday, October 31, 2008

Miller & Eisner


Miller, Miller, Miller...El Miller de Ese cobarde bastardo

(Una historia de Sin City). editado por Norma editorial, que atrevió a llevarlo al cine de la mano de Robert Rodríguez colaboración de Quentin Tarantino; el Miller productor supervisor de 300, la película de Zack Snyder que lleva a an pantalla la apoteósica epopeya histórica de los 300 espartanos que lucharon en las Termópilas contra los persas de Jerjes; el Miller que, no sólo preparará Sin City 2 y 3, que se atreverá a dirigir el Spirit de Eisner.

Otro monstruo que tuvo la osadía de adentrarse en la vejez de Batman en Batman: el regreso del caballero oscuro y en Baman: el contraataque del caballero oscuro, los dos de Planeta DeAgostini. Esta última, polémica. El contraste en dibujo abstracto y los colores vivos de su esposa, Lynn Varley, provocaron que este cómic se haya discutido hasta la saciedad. Como en su día provocó la novela gráfica Eisner. La ceguera ante la genialidad sigue ocultando has estrellas, pero son estas estrellas las que generan los cambios: "Recuerdo muy bien 300, porque estuve tiempo estudiándolo. Lo leí dos o tres veces porque ad­oraba lo que estabas haciendo ahí. Pero no estabas rom­piendo el patrón de la forma geométrica en el que estamos atascados, sino el patrón de cómo se mueve el ojo y per­fonando el espacio; ésa es la misma razón por la que dibujo los marcos de las viñetas. Estabas metiendo al lector dentro del espacio, lo cual es algo totalmente diferente. Pero a un genio no le preocupa quitarse el sombrero ante otro. Y menos si se tratan de figuras como Eisner y Miller, que gustan de jugar con todo aquello que pueden para crecer dentro de su propio mundo y romper con todo aquello que conocemos. Con las reglas del juego... Lo que me recuerda a esa gran historia de Eisner en la que se trata al matrimonio como a un juego con reglas complicadas de dominar. Un juego al que las familias Ober y Arnheim llevan más de cien años jugando. (Las reglas del juego, de Norma Editorial). Y, qué grande es el destino, con esta novela gráfica Eisner ganó un premio Eisner a la Mejor Novela Gráfica, al convertir un relato generacional en una reflexión sobre la clase burguesa. Toda una lección magistral. Quizás ese don para dar lecciones es lo que ha llevado a los cómics de Eisner, todo un pionero del arte gráfico que enseñó dibujo en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, a servir como material de referencia en muchas universidades y centros de estudio. Aunque en lo que respect­a a su legado, él sólo tenía una aspiración: "Quiero ser rec­ordado por haber abierto un camino. Eso es todo lo que puedo pedir. El resto dependerá de lo que digan los de­más". Y los demás le han juzgado. Los mejores le admi­ran, le veneran, creen que es el mejor de todos ellos. Y los demás son figuras de la talla de Robert Crumb, Art Spiegelman, John Updike, Jules Feiffer y el propio Frank Miller, - entre muchos otros.

Pero mientras a mediados de la década de los 70 Eisner volvía de formar a los militares norteamericanos, y volvía al cómic para reinventarlo, un tal Miller luchaba por hacerse hueco en este complejo mundo.

Con tan sólo 20 años se trasladó a Nueva York para conv­ertirse en un profesional. Su éxito es fulgurante y se convierte en uno de los mejores autores de su generación. Un luchador nato que prefiere dedicarse a hacer lo que le gusta en Dark Horse y controlarlo todo de principio a fin. Y las rupturas resquebrajan el mundo de las viñetas: Eis­ner con su novela gráfica y Miller rompiendo las reglas del tebeo de finales de los años 70.

Después de unas cuantas historias de Twilight Zone, presentó sus primeras pruebas gráficas para DC Comics en 1978. Jim Shooter cree en él y, después de Spectacular Spider-man, le confía los dibujos de Daredevil para Marvel. Y ¡nos da a conocer el manga! Y, por supuesto, aprovecha el ¡potencial del tebeo japonés en Wolverine (con Chris Claremont) y en Ronin, editado por Planeta DeAgostini. Es en esta última en la que Miller nos narra la historia de un samurái del siglo XIII sin señor ni honor. Un ronin que se reencarna en la informatizada y corrompida Nueva York del siglo XXI para aprovechar su última oportunidad de redención. En ese decadente y desolador escenario, se enfrentará por fin a la reencarnación del asesino de su señor el antiguo demonio Agat, ajustará antiguas cuentas y luchará por el alma de una civilización moribunda. Y suma y sigue. Y sigue innovando y define el estilo de cómic de se­rie negra con Sin City. Ya tiene su firma, su estilo propio e inconfundible. Una firma que está en su 'cuento' Valores familiares, de la que él mismo afirma: Es una historia corta . No es una novela. Por eso me encanta utilizar la pala­bra "cuento", porque la historia tiene pocas pretensiones y relata algo muy trillado. Pero también me da la libertad de elegir la estructura que quiera. Era ya una auténtica histo­ria cuando comencé con ese chiste y de ahí tiré hacia atrás. Sabía que el tema principal iba a ser una interpretación muy sarcástica del término valores familiares y de la manera en que el valor “familia” se nos plantea como si fuera el único valor que hay que tener en cuenta en esta época”.



El rebelde consiguió hacerse el hueco deseado y convertirse en profesional. Su destino se volvió a juntar al de Eisner gracias a 300, que ganó en 1999, tres de los premios que



llevan el nombre de su mentor:

Mejor Serie Limitada, Mejor Guionista/Dibujante y Mejor Color.



En la entrevista que Charles Brownstein moderó para el libro Eisner/Miller, surge la siguiente conversación:

M. -Debe de ser una sensación extraña que un premio lleve tu nombre.

E. -De hecho, lo es. Te voy a contar una cosa, Denis (el agente de Eisner) me llamó el otro día y me dijo que (el comité de los Premios Eisner) había nominado a Las reglas del juego, y yo ro­gué:



"Por favor, Dios, no dejes que me den otro premio".

Actualmente, cuentan los mentideros que Miller prepara una nueva novela gráfica Batman: Holly Terror, en la que Batman luchará con fundamentalistas islámicos. Una vuelta a la raza y a la religión. De Eisner le viene a Miller.

En el fondo, son dos cronistas, aunque en diferentes tiempos. Eisner se consideraba a sí mismo como "un testigo gráfico que informa sobre la vida, la muerte, los desengaños y la eterna culpa de un mundo que nos subyuga y nos vence. No en vano logró hacer suyo al superhéroe ciego y más triste que se haya enfundado unas mallas rojas, Daredevil. Un superhéroe ajeno a la legión de personajes marvelianos. Miller adaptó los perso­najes ya existentes y creó otros nuevos para rellenar los huecos que necesitaba. Cabe destacar entre estos últimos a Elektra, di­señada especialmente para la serie y a la que, como suele pa­sar con todos los personajes que crea, le cogió especial cariño hasta el punto de matarla antes de dejar definitivamente la co­lección de El Hombre sin Miedo.

Aún así, Marvel siguió utilizando a esta heroína, lo que no gusta mucho a Miller porque, cuando le preguntan por ella y por sus nuevas aventuras, contesta: "Elektra está muerta. Yo la maté. ¿Siguiente pregunta?"

Afortunadamente, ninguno de estos dos creadores morirá nun­ca, al menos no lo harán en la memoria de todos y cada uno de los que alguna vez hemos podido admirar su obra en toda su grandeza. El pecado y la cotidianidad cambiaron el día en que Eisner y Miller nacieron: ¿Siguiente pregunta?

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